Plaza del presbítero Miguel Conesa Andúgar

El 8 de noviembre de 2014 sucedió el fatídico accidente de autobús de Cieza, en el que fallecieron trece vecinos de Bullas y el recién nombrado párroco del pueblo, Miguel Conesa Andúgar. La noticia provocó una gran conmoción, durante varias semanas, en toda España e incluso en el mundo. Cartagena aún sigue consternada por este hecho, pues la pérdida del joven sacerdote ha dejado huérfanos a muchos vecinos de nuestra ciudad.

En septiembre de 2011, Miguel comenzaba su labor pastoral en la ciudad, como párroco de la Parroquia de Nuestra Señora de la Esperanza de la Urbanización Mediterráneo. Además, fue  capellán del Colegio San Vicente de Paúl, miembro del Consejo Presbiteral y encargado de dos pastorales de la vicaría: vocacional y litúrgica, entre otras responsabilidades. Abandonado siempre en las manos de la Santísima Virgen, a la que tanto amaba, llegó a Cartagena muy consciente de la gran responsabilidad que se le confiaba. Su primera visita fue para nuestra Patrona, la Santísima Virgen de la Caridad, a la que le confió su ministerio y su labor; iba semanalmente a verla y a pedirle su ayuda e intercesión. Al principio de su misión en la ciudad, tuvo que asumir las obras de rehabilitación de la parroquia, defendiendo siempre la dignidad y humildad de la casa de Dios.

En el barrio fue recibido con mucho cariño, era admirado por todos. Cuando paseaba por sus calles, saludaba a todos sus vecinos con una sonrisa, bendecía a los niños, se preocupaba por los pobres, los jóvenes, las familias…, y de forma muy especial por los ancianos y los enfermos, a los que visitaba con mucha frecuencia. Se le veía como un verdadero pastor, siendo para nosotros un ejemplo de entrega total y desinteresada a las almas, una entrega total al Amor. Verdaderamente fue un padre para muchos. En la ciudad creó un dispensario de alimentos que no sólo se limitaba a atender a sus feligreses, sino también a todas aquellas personas que tuvieran necesidad. Fomentó el deporte, ya que creó un evento, que se ha venido celebrando en Navidad, entre los clubes vecinos dependientes de la parroquia: "Trofeo Virgen de la Esperanza". Esta iniciativa fue reconocida por Cartagena, cuando el 3 de octubre de 2014 se le hizo entrega de la Carabela de Plata de ese año.


Miguel nunca buscaba los reconocimientos, pues tenía muy asumidos los mensajes evangélicos. Tras su fallecimiento, la madrugada del 9 de noviembre, el Obispo de Cartagena insistió en que Miguel era un sacerdote "de los pies a la cabeza". Esto es ser imitación de Cristo, conociendo de Miguel sólo una ínfima parte del bien que hizo en nuestra ciudad. Murió en olor de santidad, hecho que se constató cuando los cientos de personas que asistieron a su entierro lo despidieron a gritos de ¡santo!

Ese bien quiso ser reconocido para la eternidad por la Ciudad Portuaria. El mismo día de su fallecimiento, el entonces concejal del barrio, D. Alonso Gómez, recibió la solicitud de mantener el recuerdo de Miguel en una calle o plaza de la zona. Diversos colectivos apoyaron esta iniciativa, que fue formalizada por la Junta Rectora de la Asociación de Vecinos de la Urbanización Mediterráneo. Estos colectivos, entre otros, fueron: Nueva Cartagena F. C., Asociación de Vecinos de la Nueva Cartagena, Club de Personas Mayores de la Nueva Cartagena, Centro de la Mujer de la Urbanización Mediterráneo, Club Deportivo Mediterráneo, Asociación de Vecinos de la Urbanización Media Sala, Parroquia de Nuestra Señora de la Esperanza, Club de Personas Mayores de la Urbanización Mediterráneo y Asociación de Mujeres Nova Idea de la Nueva Cartagena. 

Con la intención de demostrar el agradecimiento de los feligreses y vecinos, y el reconocimiento del resto de ciudadanos del término municipal de Cartagena, el 2 de diciembre de 2014 la entonces Alcaldesa de Cartagena, Dña. Pilar Barreiro, informa que ha dado instrucciones de inicio del expediente protocolario para atender la petición, y el 26 de febrero de 2015 es firmado por el instructor. El 31 de marzo de este año, el pleno municipal aprobó por unanimidad la nominación de la Plaza del presbítero Miguel Conesa Andúgar. Diecisiete días después se descubrió la placa que da nombre a la plaza del local social de la Urbanización Mediterráneo. Fue un día muy emotivo, en el que todo el barrio, junto con una representación numerosa de la Corporación Municipal, familiares y amigos, le rendía este sencillo homenaje, que él tanto se merecía por la solicitud y el desvelo con que había cuidado a este “rebaño” que le había sido encomendado, a pesar de que él huía de toda alabanza y de todo reconocimiento público. Sin duda alguna, un recuerdo perenne que evoca, al pasar por allí, la huella tan honda que ha dejado en muchos corazones.




Entrada publicada el 12/11/15