SS. MM. los Reyes Magos en el puerto de Cartagena |
Uno de los días más felices para los más pequeños de Cartagena es el 6 de enero, Epifanía del Señor, cuando reciben la visita de SS. MM. los Reyes Magos de Oriente. La magia derrochada es una gran alegría para quienes reciben un presente, por sencillo que sea, y mayor aún para quienes disfrutamos viendo contentos a los demás.
Adentrándonos en el origen de esta tradición, en el Evangelio del día, según san Mateo (2, 1-12), podemos leer que “unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén (…) vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra”.
Durante varias semanas anteriores, los pajes de los Reyes, repartidos por varios puntos de la ciudad (parroquias, colegios, centros comerciales, calles…), recogen las cartas en las que los niños no solamente les piden juguetes, sino también los mejores deseos para sus familiares, amigos y ellos mismos. Pero quizás lo mejor de esta larga espera es la ilusión con la que se vive, que se acrecienta aún más el día 5, muy intenso para los Reyes debido a la cantidad de tareas que tienen que realizar.
En Cartagena los representantes de los Magos, que se caracterizan como auténticos reyes, son miembros de la corporación municipal. Van acompañados por pajes (que suelen ser familiares, amigos o personas de confianza) y conjuntamente realizan una intensa labor que comienza desde primera hora del día. Las primeras paradas del cortejo real se suelen realizar en sitios donde los niños necesitan de una atención específica (siendo seguramente ella su mayor regalo), como la Casa Cuna o el hospital. Hasta lugares como estos, los Reyes reparten los juguetes que han sido donados por la generosidad de cientos de cartageneros y recogidos por una multitud de instituciones.
Posteriormente, los Reyes y su séquito hacen la entrada oficial en barco a Cartagena (desde el muelle de Santa Lucía), en el muelle de Alfonso XII. En la explanada del puerto les esperan centenares de niños que, animados por música y personajes infantiles, desean ver de cerca y tocar a los de Oriente. El recorrido continúa hasta el Palacio Consistorial donde, desde el balcón, SS. MM. saludan a toda la ciudad. Pero quizás el momento más afortunado para los más pequeños es cuando, en la plaza del Ayuntamiento, tienen la oportunidad de entregarle en mano la carta a los Reyes o incluso de hablar un rato con ellos.
En Cartagena los representantes de los Magos, que se caracterizan como auténticos reyes, son miembros de la corporación municipal. Van acompañados por pajes (que suelen ser familiares, amigos o personas de confianza) y conjuntamente realizan una intensa labor que comienza desde primera hora del día. Las primeras paradas del cortejo real se suelen realizar en sitios donde los niños necesitan de una atención específica (siendo seguramente ella su mayor regalo), como la Casa Cuna o el hospital. Hasta lugares como estos, los Reyes reparten los juguetes que han sido donados por la generosidad de cientos de cartageneros y recogidos por una multitud de instituciones.
Posteriormente, los Reyes y su séquito hacen la entrada oficial en barco a Cartagena (desde el muelle de Santa Lucía), en el muelle de Alfonso XII. En la explanada del puerto les esperan centenares de niños que, animados por música y personajes infantiles, desean ver de cerca y tocar a los de Oriente. El recorrido continúa hasta el Palacio Consistorial donde, desde el balcón, SS. MM. saludan a toda la ciudad. Pero quizás el momento más afortunado para los más pequeños es cuando, en la plaza del Ayuntamiento, tienen la oportunidad de entregarle en mano la carta a los Reyes o incluso de hablar un rato con ellos.
La magia continúa a lo largo del día por la ciudad. El momento más multitudinario es por la tarde, cuando tiene lugar la cabalgata. En ella, que ha tenido diferentes recorridos con el pasar de los años, los tres Reyes cierran un desfile en el que van acompañados de carrozas, personajes y música. La ciudad entera se desvive por coger caramelos, o algunos de los cientos de regalos (normalmente peluches o llaveros), que los de Oriente van lanzando desde sus originales carrozas.
Tras la cabalgata es cuando empieza el momento de más nerviosismo. Hay diferentes costumbres en nuestra ciudad (como cenar churros con chocolate o pasteles de confitería), que apremian a los más pequeños a acostar pronto, sin olvidar de dejar los zapatos en una ventana o en el balcón, así como unos dulces a la vista para que cuando los Reyes lleguen a sus casas los puedan degustar.
Al despertar en el día 6, los niños ven cumplidos sus sueños (o parte de ellos) cuando, tras abrir los regalos, pueden disfrutar de los juguetes recibidos y que tantas historias llevan detrás. Una alegría que agradecer a quienes hacen posible (padres, abuelos, instituciones…) una felicidad perecedera, año tras año, que solo está asegurada para la eternidad por Aquel que pobre nació en un pesebre y entre ladrones murió en la cruz.
Tras la cabalgata es cuando empieza el momento de más nerviosismo. Hay diferentes costumbres en nuestra ciudad (como cenar churros con chocolate o pasteles de confitería), que apremian a los más pequeños a acostar pronto, sin olvidar de dejar los zapatos en una ventana o en el balcón, así como unos dulces a la vista para que cuando los Reyes lleguen a sus casas los puedan degustar.
Al despertar en el día 6, los niños ven cumplidos sus sueños (o parte de ellos) cuando, tras abrir los regalos, pueden disfrutar de los juguetes recibidos y que tantas historias llevan detrás. Una alegría que agradecer a quienes hacen posible (padres, abuelos, instituciones…) una felicidad perecedera, año tras año, que solo está asegurada para la eternidad por Aquel que pobre nació en un pesebre y entre ladrones murió en la cruz.
Entrada publicada el 6/01/17